…y dijo Jesús: ”De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entrareis en el reino de los cielos.” Mateo 18:3
Cada mes recibimos estas meditaciones, cuyo tema principal es la niñez. Y es así como leemos sobre el armado de clases, nuestra preparación como docentes para estar frente a las aulas, consejos útiles para llevar a nuestros pequeños, etc. Es decir que todo apunta al adulto que enseña al niño.
Pero hoy te voy a hacer una propuesta diferente. ¿Y qué tal si por un instante, son los niños quienes enseñen al adulto, a nosotros?.
Vamos a ir descubriendo juntos la enorme cantidad de cosas que los chicos pueden enseñarnos a nosotros los grandes.
Poner el corazón en lo que hagas: es fácil notar la pasión que un niño pone cuando está haciendo algo que le fascina, sea jugar a la pelota o armar rompecabezas, lo que sea.
No crear prejuicios: podemos ver con qué facilidad las criaturas se juntan a jugar sin tener en cuenta color de piel, ropa, aspecto. El único objetivo es disfrutar de ese momento compartido.
Poder asombrarse: que hermoso es ver la carita de un niño cuando descubre algo. Muchos de nosotros adultos hemos perdido la capacidad de asombrarnos ante las cosas mas simples, un amanecer, la gestación de un bebe en el vientre de su madre, la belleza y color de una flor, por nombrarte algo.
>Reír: creo que existen pocas cosas que me gusten tanto como oír la risa de un niño. Qué poco reímos a veces los grandes. Cuánto nos cuesta disfrutar de la risa.
Descansar cuando estés cansado: sí, tan simple como esto.
No fingir: un niño es transparente, si esta feliz no lo puede disimular y si hay un enojo en él, cualquiera lo notará. Mostrarte tal cual sos.
Podríamos seguir sumando montones de enseñanzas de vida que los niños pueden dar a los adultos. Al menos tomemos estas y tratemos de ir modificándolas en nuestras vidas.
Qué bueno sería que humildemente busquemos en nuestro cajón de los juguetes, todas aquellas cualidades tan hermosas que hemos perdido al crecer.
Que al igual que los niños, aprendamos a depender en todo de “nuestro Padre”.
Dios te bendiga y guarde.