“…el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse...” Filipenses 2:6
Y llegamos a la última hoja del almanaque… Otro diciembre se está asomando. Y con él, las consabidas corridas de fin de año. Reuniones, despedidas, compromisos de trabajo, compras de regalos, la fiesta de navidad en la iglesia. Todo nos lleva a una vorágine que no nos permite disfrutar de “la navidad”, que es una de las más importantes celebraciones cristianas.
Año tras año, tal vez nos proponemos vivirla de otra manera, pero entramos en una rueda de la que no podemos salir. Quizás no es tu caso, pero seguro que alguno comparte esta experiencia conmigo. Mi propuesta entonces es que estemos alertas y no caigamos otra vez en las garras de las corridas. Cada día del mes de diciembre, apartemos un momento para dedicarlo sólo a la memoria del nacimiento de nuestro Salvador. En nuestros devocionales diarios, dejemos unos minutos para agradecer por el maravilloso milagro: Dios hecho hombre. Repasemos el relato de su nacimiento, la humildad y entrega de María, la obediencia de José.
Que podamos vivir un mes distinto, haciendo tal vez lo mismo que hacemos cada año para esta fecha, pero dejando en cada cosa que hagamos la fragancia de nuestro Salvador. Que testifiquemos de su obra redentora a otros, aprovechando la sensibilidad que este tiempo de navidad trae consigo. Que el Señor pueda usarnos para su gloria.
Dios te bendiga y guarde.