“Instruye al ni?o en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Proverbios 22:6
Hoy traje para compartir con ustedes un cuento. Su autor: Pedro Pablo Sacristán.
Dice así: “Los pequelibros estaban tristes. Esta vez los grandes y famosos libros no solo se habían reído de ellos, los habían echado.- Pero si casi no se pueden llamar libros. Apenas tienen letras, solo dibujos - había dicho un libro de montones y montones de páginas de letra diminuta.- No dejaremos que los coloquen a nuestro lado en la librería. ?Son libros de mentira! -dijo otro, muy serio y elegante.
Pobres pequelibros: ni siquiera les dejaron un rinconcito en las librerías, ni en las bibliotecas. Acabaron amontonados en desvanes y almacenes. Los grandes libros estaban contentísimos. En las librerías ya solo entraba gente adulta e inteligente porque ya no había allí nada que atrajera a los revoltosos ni?os. Estos se quedaban en la puerta, así que los libros ya no tenían miedo de que los agarraran sin cuidado o les arrancaran y ensuciaran las hojas.
Pasaron los a?os, y todos aquellos ni?os que no habían entrado en una biblioteca se hicieron adultos.- Ahora ya pueden entrar a conocernos y admirar nuestra sabiduría- pensaron los grandes libros. Pero no. Esos adultos que habían crecido sin pequelibros no tenían ningún interés en los grandes libros. ?Eran demasiado largos! ?Cómo iban a leer tantas páginas de golpe, si nunca habían leído nada?
Los grandes libros estaban desesperados. Las librerías cerraban, las bibliotecas parecían abandonadas ?nadie leía! Se reunieron todos, leyeron y leyeron millones de sus propias páginas y descubrieron que aquello solo tenía una solución: tendrían que pedir perdón a los pequelibros, hacerles volver y colocarlos en los mejores estantes. Así consiguieron salvarse, haciendo leer a los ni?os poquito a poco, para que crecieran como adultos que amasen los grandes libros”.
Este cuento me dejó pensando mucho. Lo primero que vino a mi mente es la importancia que tiene el ir creando hábitos en nuestros peque?os. Pude rescatar al menos dos actitudes que me parecen de suma importancia hoy en día. Seguramente sacarás muchas más. Pero te comparto las mías.
En primer lugar, vino a mi mente la importancia de hacerle compartir a nuestros ni?os el culto congregacional. Si bien tienen un formato para adultos, creo que es bueno que desde chicos aprendan a guardar reverencia, orden y respeto cuando la palabra del Se?or es expuesta o cuando adoramos como iglesia. No deberíamos excluirlos generando actividades paralelas que se superpongan con el horario de la reunión. Es importante que ellos tengan actividades acordes a su edad, obviamente, pero la asistencia al culto congregacional irá generando en ellos un hábito y a medida que vayan conociendo al Se?or como su salvador personal y creciendo en su fe, disfrutarán de lo bueno que es que los hermanos estén juntos adorando.
En segundo lugar, pensé en la importancia de acompa?arlos en la lectura de la Palabra de Dios, de libros devocionales y del tan olvidado culto familiar. Tal vez en tu hogar lo hagas, gloria a Dios por eso. Pero si no fuera así, no esperes que ese peque?o cuando crezca haga su devocional cada día, buscando la voluntad de Dios para su vida.
Sé que tal vez te suene mal la palabra “habito”, pero es la acción de hacer algo en forma repetitiva, de tal manera que quede incorporado en la conducta.
En Lucas 4:16 podemos leer que el mismo Jesús al llegar a Nazaret, donde se había criado, en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.
Acompa?emos a nuestros ni?os durante su crecimiento en la formación de hábitos sanos, que marquen sus vidas. Permitámosles que compartan nuestras actividades y que dejen en ellas esa frescura propia de la inocencia de un ni?o.
Dios te bendiga y guarde.
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