“…y orad por mí, a fin de que, al abrir mi boca, me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio…” Efesios 6:19
Mientras leía este texto, vinieron a mi mente varias enseñanzas. Cada parte de este versículo fue disparando distintas ideas. Te comparto al menos dos.
En primer lugar, podemos notar el pedido que hace Pablo, “orad por mí”. Estamos ante una simple frase, sencilla, pero que nos dice mucho. Muestra humildad. Pablo no se confía en sus propias palabras para dar testimonio del evangelio, sino que reconoce la profunda necesidad de hacerlo en el poder de Dios. Pide a otros que oren por él con un fin específico, “que le sea dada palabra”. Qué maravilloso poder experimentar que es nuestro Señor quien maneja nuestra lengua haciendo que digamos exactamente aquello que nuestros niños estén necesitando oír. Presentarnos ante nuestra clase preparados, pero atentos a ser usados como Dios lo haya dispuesto.
En segundo lugar, nos enseña también la importancia de tener un grupo de oración que trabaje junto con nosotros, desde otro lugar, para que la tarea que hagamos lleve fruto. Necesitamos tomar conciencia de la importancia que tiene dar la Palabra a nuestros niños. Estamos trabajando con futuros hombres y mujeres que pueden transformar sus vidas gracias al mensaje del evangelio que les demos. ¿Sos consciente de esto? ¿Te das cuenta de la importancia que tiene cada clase que les damos? Nada nos puede asegurar que volvamos a verlos la clase siguiente, por eso nuestra palabra debe ser clara, justa y precisa. Sabemos que existe una batalla que se desarrolla a nuestro alrededor cuando estamos dando a conocer el plan de salvación. Niños preciosos pueden transformar su futuro si conocen a temprana edad a nuestro Salvador y así ser arrebatados de tantos peligros que nos rodean hoy: droga, alcohol, violencia, vidas vacías, depresión, falta de proyectos. Por eso es de suma importancia que cada vez que salgas a entregar la Palabra estés cubierto en oración.
Esto fue lo que el Señor puso en mí corazón y quise compartirlo. Pedir que oren por nosotros con un fin específico y formar un grupo de oración que este apoyando nuestra labor.
Ahora te invito a leer el versículo otra vez. Tomate tu tiempo, en silencio. Seguramente saques alguna otra enseñanza que específicamente Dios tenga preparada para vos.
Dios te guarde y bendiga en todo.