La reflexión de hoy estará basada en un relato de Enrique Mariscal, que tal vez ya hayas leído, pero que espero te deje una hermosa enseñanza, tal cual lo hizo conmigo. Dice así:
- "Permiso, soy el supervisor de turno... ¿algún problema?" - "Estoy abrumada
señor, no sé qué hacer con estos chicos... No tengo láminas, el Ministerio no me manda material didáctico, no
tengo nada nuevo que mostrarles ni qué decirles..." El supervisor, que era un docente de alma, vió
un corcho en el desordenado escritorio. Lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos:
- "¿Qué es esto?"
- "Un corcho señor"... gritaron los alumnos sorprendidos.
- "Bien, ¿De dónde sale el corcho?"
- "De la botella señor. Lo coloca una máquina...", "del alcornoque, de un árbol .... "de la madera...", respondían animosos los niños.
- "¿Y qué se puede hacer con madera?", continuaba entusiasta el docente.
- "Sillas...", "una mesa...", "un barco..."
- "Bien, tenemos un barco. ¿Quién lo dibuja? ¿Quién hace un mapa en el pizarrón y coloca el puerto más cercano para nuestro barquito? Escriban a qué provincia argentina pertenece. ¿Y cuál es el otro puerto más cercano? ¿A qué país corresponde? ¿Qué poeta conocen que allí nació? ¿Qué produce esta región? ¿Alguien recuerda una canción de este lugar?"
Y comenzó una tarea de geografía, de historia, de música, economía, literatura, religión, etc. La maestra quedó impresionada. Al terminar la clase le dijo conmovida:
- "Señor, nunca olvidaré lo que me enseñó hoy. Muchas Gracias". Creo que la clave radica en la
frase que está en el texto “era docente de alma”. No sé en qué iglesia estas, ni que posibilidades tenes de
conseguir materiales para dar tus clases, pero lo que sí sé es que Dios puede trabajar con tu ingenio y hacerte
sumamente creativo en el armado de tus clases. Planifícalas con tiempo.
Conoce a tus alumnos, deberías saber quiénes son, cómo son (inquietos, pasivos, etc.), adapta el material que tengas, a la medida de ellos. Pienso que este relato te mostrará que con las cosas más sencillas podés transmitir una enseñanza y captar la atención de los que están escuchando. Y cuánto más si antes de empezar a diseñar tu clase te encomiendas en las manos del Señor para que sea Él quien ponga alas a tu imaginación.
No lo olvides, un simple corcho disparó toda una clase. Deja que el Señor te ilumine y use como solo Él sabe hacerlo.
Dios te guarde y guie.