Libres para adorar creativamente
Por Dr. Daniel Carro
“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos” Mateo 18:20
Cristo Jesús nos hizo libres. Sólo Cristo Jesús pudo liberarnos del pecado y de la muerte. Esa liberación trajo consigo ciertas libertades en las que debemos vivir con responsabilidad, entre ellas la libertad de poder adorar creativa y responsablemente delante de Dios.
Como no hay dos bautistas idénticos, no hay dos iglesias bautistas idénticas. Por la libertad congregacional, cada iglesia engendra sus propios patrones de conducta, de organización y de trabajo. Esta libertad es más visible en cuanto a la adoración pública, es decir, los cultos.
Las iglesias bautistas no seguimos una liturgia que nos unifique, como otras iglesias que tienen leccionarios o libros de culto, o lecturas bíblicas obligatorias para cada domingo. Tampoco seguimos el así llamado “año litúrgico”, si bien la mayoría de las iglesias celebran las fiestas principales de la cristiandad, especialmente la Navidad, el tiempo de Advenimiento, cuatro semanas antes de la Navidad, y la Pascua.
Los bautistas, históricamente, siempre hemos desconfiado de la adoración mecánica y ritualista. Para nosotros adorar es una experiencia viva con Dios. No queremos que nada ni nadie se interponga entre nosotros y el Señor, ni la tradición ni la moda.
Del mismo modo que tenemos libertad para interpretar la Biblia y tenemos libertad del alma para relacionarnos con Dios, así los bautistas creemos que necesitamos tener libertad para adorar a Dios sin los dictados de una determinada forma de adoración. Esto es lo que dijo el Señor a la samaritana, que los verdaderos adoradores adoran a Dios en Espíritu y en Verdad. Aun las dos ordenanzas dejadas por el Señor a su iglesia, el bautismo y la Cena del Señor, son hechas con total libertad y falta de ritualismo en las iglesias bautistas.
Sin embargo, esta falta de ritualismo no es una “piedra libre” para que cualquiera haga lo que quiera y cunda el desorden y el caos en los cultos públicos. Los bautistas seguimos bien de cerca las enseñanzas del apóstol Pablo a los corintios, cuando dijo: “oraré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantare también con el entendimiento… En la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida. Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar…” (1 Corintios 14:15, 19-20). Y también recordamos siempre los bautistas, al preparar, dirigir o participar de nuestros cultos a Dios, la culminación paulina de este pasaje: “… pero hágase todo decentemente, y con orden” ( 1 Corintios 14:40)
La adoración pública bautista es teológicamente sana, bíblicamente orientada y reverentemente ejecutada. En las iglesias bautistas se adora a la plenitud de la deidad trina. Se bautiza en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Se celebra la Cena del Señor como recordatorio del martirio, muerte y resurrección de Jesucristo. Se vive la adoración en la plenitud del Espíritu Santo.
Los bautistas creemos haber comprendido, y esperamos seguir comprendiéndolo, que Cristo Jesús nos hizo libres para una adoración creativa, reverente, y libre, porque “El Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Corintios 3:17).