Resumen de la intervención del pastor Samuel O. Libert en el panel sobre identidad cristiana y bautista
en la Iglesia Evangélica Bautista de Arroyito (Rosario) el viernes 19 de agosto de 2005
El tema al que quiero referirme brevemente en esta síntesis es el de la identidad, una palabra muy en boga y expuesta a las variantes de una semántica propia de las agrupaciones humanas.
I. Importancia de la identidad
Entendemos por identidad de un individuo la forma compleja en la que una persona se identifica con su medio y, a su vez, es identificada por ese medio. Pero ¿cómo concibe tal persona su propia identidad? ¿podría uno tener dos o más identidades? ¿debe haber solamente una identidad? ¿puede haber identidades inconsecuentes?... La sicología social nos revela tres procesos básicos que se relacionan con el tema de la identidad: a) identificar su propio medio; b) ser identificado por el medio; y c) identificarse con el medio.
En primer lugar, el proceso de identificación es el reconocimiento de algo o de alguien en cuanto igual a sí mismo y diferente de otros. La identidad, valga la redundancia, identifica las características comunes, similares, y discrimina entre lo que pertenece y lo que no pertenece a su proceso identificatorio, que se inicia a temprana edad, en la niñez. En sucesivas etapas de ese proceso son muy importantes los nombres que facilitan la identificación (por ejemplo, identidad “bautista”, identidad “eslava”, identidad “renovada”, identidad “corriente clasista y combativa”, identidad “franja morada”, identidad “conservadora”, identidad “germánica”, identidad “pentecostal”, etc.). La identidad ideológica (o religiosa, etc.) puede fortalecerse levantando banderas contra adversarios reales o imaginarios, porque eso le ayuda a diferenciarse de los demás. En la Alemania de Hitler la identidad nazi se desarrolló y alcanzó una de sus máximas expresiones persiguiendo a los judíos. La “guerra espiritual” puede ser auténtica, pero en algún caso podría ser un instrumento -consciente o inconsciente- para fortalecer la identidad de un grupo. Fenómenos similares se observan en muchos movimientos políticos y en otros sectores de la sociedad. Algo parecido pudo haber ocurrido en la iglesia primitiva, según la 1ª Ep. de Juan 2:19.
En segundo lugar, el medio nos identifica o, dicho de otra manera, somos identificados por otros. Los demás son los que forman parte del proceso que da origen a nuestra propia identidad. Por ejemplo, en la sociedad siempre están los nosotros y los ellos. “Salieron de nosotros, porque no eran de nosotros” dice el apóstol Juan. Pero, fuera de ese episodio histórico y al margen de las polémicas doctrinales y de las herejías funestas, los nosotros y los ellosse ven en todo tipo de congregaciones religiosas y agrupaciones seculares.
Indudablemente, los nosotros son fieles a los nosotros, y los ellos son fieles a los ellos. Así, pues, según se observa cotidianamente, los nosotros pueden definir a los ellos como “herejes”, o como “ignorantes”, o como “pobre gente”... y viceversa. De todos modos, esa pintoresca comedia humana de cada día es la que hace que, con acierto o con error, el medio nos identifique.
El hecho de ser identificado por otros es, también, un fenómeno que va más allá de nuestra propia vida, porque la identificación prosigue mientras haya memoria de los que partieron a la eternidad. Hay ellos y nosotros en el pasado, en la historia cercana o en la historia remota. Los movimientos religiosos también tienen allí sus propios ellos y nosotros. Un curioso revisionismo hace a veces que los nosotros de ayer se transformen en los ellosde hoy, y lo mismo al revés. La identificación de los “notables” del pasado y sus distintas calificaciones, forma parte de un proceso dinámico de construcción y reconstrucción de la historia con sus virtudes y sus injusticias. ¿Quiénes y cómo identifican a los que trajeron a nuestro país las primeras semillas del Evangelio, fundaron las primeras iglesias y dieron origen a nuestro Seminario?... ¿cómo identificamos a los líderes del ayer?...
En tercer lugar, el proceso de identificación es interactivo. La identidad se desarrolla a través de su comparación con otras identidades, a lo largo de su vida. Esas otras identidades no son necesariamente opuestas, sino diferentes. Además, cuando una persona se identifica con algún grupo, queda también sometida voluntariamente al dominio de los símbolos que lo identifican, a los que sirve con dedicación y esfuerzo. Por ejemplo, los bautistas tenemos doctrinas, reglas o prácticas que nos caracterizan, y que no son iguales a las de los mormones. El proceso se fortalece en la medida que tales doctrinas, reglas y prácticas contribuyen a desarrollar satisfactoriamente la identidad personal. Cuando hay inestabilidad oinseguridad en las doctrinas, reglas yprácticas, pueden producirse las crisis de identidad, con la probabilidad de algún daño emocional o espiritual que se manifieste más adelante.
En cuarto lugar debemos recordar que los grupos (iglesias, instituciones culturales, partidos políticos, etc.) reconocen su propia identidad y a su vez son identificados, bien o mal, por los demás medios sociales. Eventualmente se dan casos coyunturales de “identidad múltiple” cuando todos se reúnen en torno a un mismo objetivo (por ejemplo, ganar el Campeonato Mundial de Fútbol), sin abandonar sus propias identidades. Así una misma persona puede identificarse como “bautista”, y al mismo tiempo como “simpatizante del seleccionado nacional de fútbol”. Etcétera. Pero aquí es indispensable no confundirnos. Debemos tener en cuenta que la renuncia a la propia identidad crea incertidumbre en cuanto a la pertenencia de uno mismo al medio social, y eso abre el camino al conflicto interior. Por eso hay tanta gente “sin identidad” que peregrina de iglesia en iglesia, de denominación en denominación, sin solucionar su problema.
II. El ADN del cristiano
Días pasados charlé brevemente con un amable sacerdote católico romano. Al despedirnos me estrechó la mano, diciendo: “Tenemos las mismas raíces”. Pero, ¿tenemos realmente las mismas raíces?... Desde el punto de vista histórico, es verdad. Desde el punto de vista teológico, no lo es, aunque muchos piensen lo contrario. Por ejemplo, miremos dos claras vertientes de “identidad” desde el hecho histórico del pesebre. Para unos, el único Mediador es Jesucristo. Para otros, María es co-mediadora. Ambos están en la jornada de la encarnación, cuando Dios se revela de una manera sorprendente.
La hoy llamada “identidad cristiana” se ha desdibujado a través de la historia a causa de la frecuente aparición de supuestos nuevos herederos de la revelación. Identificarse como “cristiano” en este siglo XXI no es lo mismo que serlo en la Antioquía del primer siglo (Hechos 11:26). En nuestros días la palabra “cristiano” puede o suele servir para juntarnos con otros, pero no nos une con todos, aunque muchos lleven en sus nombres o títulos ese importante adjetivo. Tal vez, aunque no siempre, la expresión “identidad cristiana” podría definirse como una fórmula “light”, multifacética, cuya connotación histórica es, por ejemplo, un lejano parentesco con el milagro de Belén. ¡Y tan confusa identidad no es un ADN que nos individualice y nos declare aptos para entrar al cielo!...
III. La identidad bautista
Años atrás, hallándome circunstancialmente en el Seminario Teológico Bautista de Fort Worth (Texas, Estados Unidos), escuché a un predicador que dijo:
Me agradan los jardines con flores multicolores y no con flores del mismo color. La variedad tiene gran belleza, sobre todo cuando las flores conservan su propia identidad, su colorido, su función.
Obviamente, me gustó la visión del orador. Él se refería a las denominaciones evangélicas.
Este panel cuenta con la intervención exclusiva de participantes que son miembros de iglesias bautistas. Lo mismo podemos decir del público. Todos sabemos que cada denominación tiene ministerios y roles que la caracterizan. Es innecesario, pues, introducirnos hoy en los extensos temas de las doctrinas, la historia y la eclesiología bautista, que todos conocemos *. Somos una flor en el jardín deDios. A propósito, allende los “malabarismos genealógicos” de investigadores muy inteligentes, se da en la identidad bautista un hecho paradójico: Los bautistas nunca existieron con ese nombre en los primeros tiempos del cristianismo, aunque siempre existieron como iglesias sujetas al Nuevo Testamento en cuestiones de fe y prácticas. La palabra “bautistas” es tan sólo una suerte de apodo referido a la práctica del bautismo. Un valioso color de su ministerio es el de sus énfasis civiles. Entre ellos, la separación de la iglesia y el estado, la libertad de conciencia, la libertad de culto y la defensa de otros derechos humanos en general. Es típico de los bautistas declarar: “Puede ser que yo no esté de acuerdo con tus ideas, pero estoy dispuesto a dar mi vida para defender tu derecho a darlas a conocer”, como afirmaba Roger Williams (1603-1683, precursor bautista en la colonia norteamericana de Providence, Rhode Island). (Fin de la síntesis) .
* Para los interesados está disponible el texto de una “Declaración Sumaria de Fe”, dada en 1987 por la Iglesia Bautista de Arroyito (Rosario, Argentina). Solicitar una copia a: libertrosamuel@infovia.com.ar.
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