Quiero que leamos Hechos 14: 21-23 :
“Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer
muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquia confirmando los ánimos de los
discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: es necesario que a través
de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios y constituyeron ancianos en cada iglesia, y
habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído”.
El apóstol Pablo, el misionero por excelencia después del Señor Jesús, no plantaba templos, plantaba
Iglesias. La Iglesia somos nosotros, el conjunto de personas que hemos nacido de nuevo y nos hemos
bautizado. Muchas Iglesias tienen miedo de plantar una Iglesia porque piensan que no tienen medios
económicos, hacen cálculos para levantar un templo comprar bancos, micrófonos, instrumentos
musicales, y todo lo que Ustedes deseen agregar. No nos enseña eso la Palabra de Dios. Necesitamos
recursos humanos, hermanos que estén dispuestos a obedecer al Señor Jesús que nos dio el mandato de
hacer “lo que Pablo hacía” “Ir y hacer discípulos”.
La Escuela de Misioneros que pertenece a nuestro Seminario Internacional Teológico Bautista, puede
colaborar con la Iglesia que desee hacerlo. Lo que nosotros hacemos es enseñar a plantar Iglesias,
mientras plantamos la Iglesia. Para hacerlo hay que dar los pasos que Pablo nos indica en el pasaje
con que comenzamos :
A.- Aprender a evangelizar y discipular y hacerlo.
El apóstol iba a buscar las personas para evangelizarlas y discipularlas.
Nosotros vamos al lugar donde Dios haya mostrado a la Iglesia que debe plantar otra Iglesia, para comenzar
a evangelizar y discipular.
Preparamos: un mapa del lugar, un folleto evangelístico que también tiene un talón donde ofrece
gratuitamente: orar por los problemas, enseñar la Palabra de Dios, tener entrevistas personales y
deja lugar para poner nombre, apellido y dirección.
Capacitamos a los creyentes de la Iglesia que sienten que Dios les llama a este trabajo misionero,
formamos un equipo y luego en el tiempo que ellos tienen disponible salimos casa por casa, de dos
en dos, como nos enseñó el Señor Jesús, y vamos entregando el volante solo diciéndole que le dejamos
ese papel para que lo lea. Oramos mucho, deseando que el Espíritu Santo trabaje en el corazón de la
persona para desear conocer al Señor. Otro día pasamos nuevamente y mostrándole el folleto le
preguntamos si lo ha leído y si tiene interés en alguna de las cosas que hemos ofrecido. Si nos dicen
que no, nos damos cuenta que el Espíritu no trabajó allí y nosotros nada podemos hacer, así que
seguimos, pero si la persona hace alguna pregunta comenzamos una conversación y le invitamos a
estudiar la Palabra de Dios.
Usamos los volantes para darles el primer mensaje de la Palabra de Dios. Una vez que la persona tiene
interés usamos la primera lección de un curso en el Evangelio de Juan, para presentarle a Cristo como
Salvador y Señor. El noventa y nueve de las personas reciben a Cristo en esta primera lección y luego
le seguimos discipulando.
El primer paso es evangelizar y discipular, y el segundo paso es:
B.-Aprender a plantar la Iglesia
Cuando tenemos un grupo de personas, alrededor de doce que ya han nacido de
nuevo y se están discipulando, entonces buscamos un salón que esté en medio de los nuevos creyentes, lo
alquilamos y preparamos para que podamos reunirnos con ellos.
En el salón ponemos solo sillas, porque queremos que las personas nuevas puedan ver las necesidades,
ellas mismas puedan llenarlas y así sentir que es su Iglesia.
Damos mucha importancia a la primera reunión:
1.- Tiene que ser muy informal porque todas son personas nuevas.
2.-Explicamos que no importa lo que ese salón era antes ahora será el lugar para adorar a Dios, orar y
aprender su Palabra.
3.-Presentamos el equipo que trabajó casa por casa porque cada uno de ellos conoció a la pareja
que llegó a su hogar.
4.- Le hacemos conocer que cada uno de nosotros cada mes separamos nuestros diezmos y ofrendas para poder
alquilar ese salón y comprar las sillas.
5.-Tenemos preparados algunos cancioneros con canciones sencillas con mensajes apropiados a los nuevos
creyentes y cantamos para que puedan aprender y gustar de alabar a Dios.
6.- Preparamos sobres con el número y los nombres de los que formamos el equipo. Esa noche explicamos por
qué ofrendamos, como lo hacemos y con nuestro sobre en la mano le invitamos que el que desee puede hacerlo
en libertad. Generalmente levantamos una buena ofrenda. Al domingo siguiente compramos las mesas para
los discipulados o sillitas para los niños o lo que sea más necesario y en el momento de los
agradecimientos damos gracias a Dios que nos permitió con la ofrenda comprar tal o cual cosa y la
presentamos. Eso permite que ellos sepan en que usamos la ofrenda y estén más dispuestos a seguir
ofrendando.
7.- Tratamos de que la reunión no sea más larga que una hora. Usamos en esta apertura una media hora,
luego veinte minutos de un mensaje bíblico y sencillo adaptado a sus necesidades y unos diez minutos
para los anuncios.
8.- Generalmente la primera reunión la hacemos a la tarde y luego invitamos para que vengan en la
semana o una hora antes de la reunión para seguir sus cursos bíblicos a fin de quedar nosotros en
libertad de seguir recorriendo las manzanas.
9.- En nuestro equipo mientras trabajamos también nos vamos preparando para que cada uno según su don
pueda desarrollar sus dones, de modo que al abrir el templo cada miembro del equipo pueda ya estar en
un ministerio.
Lo primero es aprender a evangelizar y discipular, lo segundo aprender a plantar Iglesia y lo tercero es:
C.- Aprender la relación con la Iglesia madre.
Hay varias cosas que la Iglesia madre debe aprender y entender:
1.- Que los que forman el equipo misionero no pueden tener ningún ministerio en la Iglesia madre porque deben dedicar todo su tiempo a la nueva Iglesia.
2.- La Iglesia madre debe ayudar a la nueva iglesia, pero no dárselo todo.
3.- La Iglesia madre debe mantener un diálogo con quien lidera el equipo, pero no debe imponer nada, sino dejar que la nueva Iglesia se desarrolle en completa libertad, siempre dentro de los principios bíblicos.
4.- La iglesia madre debe dejar que los bautismos se realicen en el local de la nueva iglesia para que aquellos que se bautizan puedan sentir a esa como su Iglesia y puedan invitar a sus familiares y amigos.
5.- La Cena del Señor también debe realizarse en el nuevo local porque es una ordenanza para la iglesia,
6.- Las ofrendas deben ser administradas por la nueva iglesia y enviar cada dos o tres meses informes a la iglesia madre.
7.- La nueva iglesia nombrará a quienes ocuparán los distintos ministerios y a la vez irá preparando a los nuevos creyentes para que ellos a su vez vayan desarrollando sus dones y ocupando los ministerios para los cuales han sido capacitados.
8.- Solamente así podremos hacer que las iglesias desde el comienzo puedan autosostenerse, autogobernarse, y autopropagarse.
Este es el ministerio al cual Dios me llamó, para el cual me capacitó y me usó a través de los años y en el tiempo que estamos trabajando con la Escuela de Misioneros para poder formar a otros hemos podido ayudar a varias Iglesias a plantar nuevas Iglesias en el gran Buenos Aires, en Capital y aún fuera de nuestro país. Si alguna Iglesia desea que le ayudemos solo tiene que avisarnos, estamos para seguir obedeciendo el mandato del Señor.
|