"Entonces el rey Salomón respondió y dijo: ... ella es su madre." 1° Reyes 3:16-28
Conocida es la riqueza y la gloria del rey Salomón. Pero no tanto su sabiduría. Era un rey muy joven cuando heredó el trono de Israel y como él mismo dijo de sí: "yo soy joven y no sé cómo entrar ni salir". Comúnmente podríamos decir que no sabría distinguir la mano derecha de la izquierda. Por eso él humildemente reconoce su condición y le pide al Señor que lo auxilie en esta tarea. Y Dios le dio justamente "un corazón sabio y entendido " para gobernar a Su pueblo. Aquí un ejemplo de esta sabiduría salomónica:
Un buen día llegan al palacio dos rameras que habían parido sus respectivos hijos. Traían un bebé con ellas. Relatan lo acontecido: que vivían juntas, que habían sido madres recientemente, que nadie de afuera sabía cómo era la situación y que uno de los bebes había muerto por accidente.
Imagino la escena, las dos mujeres llorando angustiadas, las dos mujeres gritando y acusándose mutuamente. Las dos mujeres clamando por la maternidad de este bebé. Imagino a Salomón meditando, sentado en su trono y a los otros espectadores esperando expectantes. La confusión de no saber quién tenía razón. La confusión de no saber a quién creer.
Entonces, ante el asombro quizás el espanto y horror de los presentes, Salomón propone partir al medio al bebé y repartirlo entre las dos. ¿Cómo?!!!! ¿Esa es la solución de Salomón? ¿Dividir al niño y con ello acabar con su vida?
La historia bíblica nos cuenta que la verdadera madre es la que grita, conmovida hasta las entrañas por lo que iba a acontecer y le pide que salve a su bebé, que no lo mate, que se lo entregue a la otra mujer.
"Entonces el rey Salomón respondió y dijo: ... ella es su madre." Siempre me intrigó esta historia bíblica. ¿Cómo podía saber a ciencia cierta Salomón que la verdadera madre iba a renunciar a su hijo con tal de salvarle la vida? ¿Y si la madre verdadera era la otra? Sabemos por la historia bíblica que Salomón sabía lo que hacía. Sabemos por la historia bíblica que la madre verdadera es la que salva a esta criatura. La madre verdadera es la que renuncia a su bebé con tal de impedir que muera.
Años más tarde, cuando fui madre, aprendí la respuesta a esta mi intriga.
Madre verdadera es la que renuncia a sí misma para salvar a su hijo, no tan solo la que pare.
Madre verdadera es la que preserva y cuida a su hijo de cualquier daño, no tan solo la biológica.
Madre verdadera es la que antepone a su hijo a sus propias necesidades, no solo la que lleva un bebé en su panza.
Madre verdadera es la que desiste de algún proyecto personal y lo pospone para que su hijo sea bendecido. La que ama profundamente y cede una parte de sí cuando un hijo está en peligro.
En psicoanálisis decimos que para ser madre hay que parir dos veces: parir al bebé y parirse como madre. Gabriel García Márquez dice que uno tiene que parirse muchas veces en la vida. Y parirse como madre significa asumir otro rol. Asumir posibles duelos simbólicos y cambios profundos, salirse de la zona de confort y ceder nuestro amor propio para el bienestar de los hijos.
Esa es la verdadera madre.
Dios las bendiga más que enormemente.